Cabalgar una estrella…

Llegan al blog las entradas estivales que más disfrutamos: tenemos lista de aprobados y nuestros antiguos alumnos, ahora compañeros, toman la palabra.

Hemos preparado una serie de preguntas para que nos respondan y os cuenten cómo se siente esto de opositar, qué piedras se encontraron en el camino y qué sensaciones tienen al echar la vista atrás y ver todo lo recorrido.

Empezamos con Pedro, del que estamos muy orgullosos como prepradores ya que durante estos meses ha mostrado un tesón y una constancia digna de un espartano. No nos prodigamos más, porque este humanista de los 0 y 1 habla por sí solo.

  • Cuéntanos sobre tí y por qué te animaste a opositar.

Personalmente nunca me había planteado la opción de opositar: mi idea era entrar y seguir en el mercado laboral por cuenta ajena o propia hasta el final, con perspectivas y posibilidades cada vez mayores de promoción profesional y económica… hasta que poco a poco te vas dando cuenta que el mercado laboral que conocías está cambiando… ya no es el mismo… los ideales van cambiando o quizá algo peor, nunca han sido los que uno pensaba que eran y llega un momento en que el esfuerzo, el sacrificio, las renuncias, el dar ejemplo a los demás (en mi caso dirijo proyectos de desarrollo de software y llevo equipos de varias personas a las que, iluso de mí, intento dar ejemplo) pues llega un momento en que te das cuenta que no funciona, que las reglas son otras… te preguntas para qué sirve lo que haces, qué mejora supone mi trabajo para las personas, para la sociedad, para mi país… En esto llega la pandemia del Covid19, en 2020, y allí donde algunos esperábamos ver cambios en la sociedad, en la forma de hacer negocio, en la relación cliente/proveedor (que es donde yo me muevo) o empresa/empleado («colaborador/a» como gustaba decir antes de la pandemia, hasta que cayeron las caretas), en la propia sociedad, en las personas (craso error, como aficionado a la Historia debería saber que sólo cambian las formas, no el fondo…) vemos que nada cambia más allá de las apariencias o de un mero maquillaje que enseguida se demuestra tan falso, hueco, ridículo y efímero como el utilizado por Gustav Aschenbach, el protagonista de la novela de Thomas Mann, Muerte en Venecia… todo sigue igual, en las formas, en el fondo, en el contenido, en las exigencias, sin importar nada… en suma, ganancias y beneficios, más y más, sin importar nada, ni las personas, ni sus condiciones o circunstancias. En mi caso, para mayor inri, por la tipología de clientes con los que trabajo, se esperaría mayor «humanidad», y fue todo lo contrario, muy doloroso y decepcionante. Sin duda esto marcó un punto de inflexión en mi interior: necesitaba cambiar, pero no de empresa o sector, pues como digo todo es lo mismo, mismo perro con distinto collar, sino de una forma más radical y profunda y hasta existencial: un giro de 180º, necesitaba hacer algo, sentirme útil, aportar algo a la sociedad de la misma forma que la sociedad había invertido en mi formación universitaria y salir de la vorágine egoísta y deshumanizada que cada vez predomina más en el mercado laboral: necesitaba darle forma y hacer realidad este giro, pero no sabía cómo… sin duda las responsabilidades familiares son un condicionante, y hay que aguantar por la familia, los hijos… hasta que en mayo 2022 salió la que en su momento fue la mayor oferta de empleo público hasta la fecha en España. Lo vi en las noticias, y fue un flash. Lo vi claro en ese momento: era la oportunidad de cambiar haciendo algo útil por la sociedad y por mi país, y devolver a mi familia tanto tiempo perdido. Puede parecer un poco quijotesco, quizá, pero desde luego es un pensamiento que he tenido en mente y de forma constante durante todo el proceso: tener un por qué ayuda mucho en los momentos de duda. Una vez tomada la decisión de opositar, a partir de ahí fue mirar en el BOE qué se ofertaba, investigar qué era cada cosa (vídeos, blogs, academias, etc) e identificar las ofertas que yo consideraba más afines a mi forma de ser y a mi propia formación académica que desde luego nada tiene que ver con mi dedicación laboral actual. Y tras analizar e indagar diferentes opciones, comprobé, prácticamente desde el primer momento, es cierto, que las oposiciones a Subinspección Laboral escala de Seguridad y Salud Laboral me atraían, por su contenido y temario. Y aunque duro, es algo de lo que cada día desde que opté por esta oposición he tenido claro que ha sido una elección correcta. El mismo hecho de elegir a qué opositar ya supuso una especie de liberación pues por primera vez desde que terminé la carrera yo podía elegir en qué focalizar mis esfuerzos y vida, sin que nadie marcase mi trayectoria profesional. Lo descubrí tarde, y no haber visto esta opción, la de opositar, hasta estas alturas de mi vida profesional y laboral es algo de lo que sin duda me arrepiento. Ojalá lo hubiera descubierto antes y sin duda es algo que debería ser más publicitado en los diferentes entornos académicos como una salida interesante.

  • ¿Cuánto tiempo dedicaste entre que empezaste y el aprobado final? ¿Cómo viviste el proceso?

Comencé en septiembre 2022. Todo era nuevo para mí, pues ni por formación académica ni por dedicación profesional había tenido contacto con ello. Me presenté por primera vez, sin haber alcanzado un mínimo razonable, por conocer el ambiente y la dinámica, siendo consciente de que no iba a hacer nada. No pasé del primer examen, como imaginaba, pero viví la experiencia y me quedé con la idea de que era posible, de que el examen era igual que los simulacros (pocos) que había hecho.

Continué la preparación y esta vez me presenté, ya con posibilidades reales, en la convocatoria de 2023, donde caí en el tercer examen. Y luego me presenté en la de 2024. Así que tiempo efectivo de estudio desde septiembre 2022 hasta junio 2025, si bien con posibilidades reales en las convocatorias de 2023 y 2024, aprobando en la segunda.

Estuve tentado de dejarlo en un par de ocasiones: en la primera vez llevaba menos de un año de preparación, sentí que esto no era para mí y que me sobrepasaba: el trabajo, la familia, la relación esfuerzo/resultado no era la que yo me había fijado… muy mal. Estuve cerca de un mes sin tocar el temario, lo daba ya por perdido, pero siempre hay una frase, un consejo, una experiencia de otra persona, que te hace reflexionar y supone un aporte de motivación que te hace levantar y continuar. Sin duda alguna la presencia de los preparadores para esto resulta de capital importancia: tengo claro que sin ellas, lo hubiera dejado.

La segunda ocasión en que estuve a punto de dejarlo no duró tanto, pero no por eso fue menos intensa. Fue a raíz del suspenso en la primera convocatoria con posibilidades, donde caí en el tercer examen… hubiera preferido caer antes. Aunque estuvo bien porque conocí todo el proceso y vivir el tercer examen en real, es una experiencia interesante. Aquí fue la rabia lo que me hizo continuar y la negación a no permitir que el tiempo invertido hubiera sido en balde. Así que me lo tomé como una experiencia y una nueva oportunidad de mejorar partiendo de una base previa y de “disfrutar” del temario profundizando con más calma en temas previos. Eso sí, en esta segunda ocasión, paradójicamente me ha costado más la gestión emocional, iba más nervioso a los exámenes, y en este punto los simulacros son de gran ayuda, pues te das cuenta que los exámenes son como simulacros.

  • Sobre el contenido de la oposición, ¿tienes un tema preferido? ¿Un tema que no te gustaba? ¿Uno que te costó al principio y te acabó gustando?

El temario es una de las cosas que me atrajo de esta oposición desde que lo vi en la convocatoria del BOE de años previos. Reúne, en mi opinión, un equilibrio adecuado de temas de Derecho puro con temas más técnicos. Este equilibrio fue importante en mi elección. Acabas cogiéndole gusto a todos los temas, al menos en mi caso, excepto uno en particular, si bien hay preferidos, es cierto… 

Uno de mis temas preferidos es del de seguridad en buques de pesca: me gustan los barcos y cuando llegué a él lo cogí con mucha intensidad.

Uno que en verdad me costó y que en realidad no me gustaba ni gusta, de hecho es el único tema que he cogido con cierto tedio, es el de equipos a presión… un tema con el que no me llevo muy bien.

De los que me costaron al principio y luego me acabaron gustando, hay varios, pero en especial están los de responsabilidades administrativas y penales en materia de prevención de riesgos laborales y los relacionados con el riesgo eléctrico. Mi primera aproximación fue un fiasco, pero poco a poco te vas haciendo con ellos y en mi caso llegué a sentirme cómodo cada vez que volvía a ellos.

  • ¿Cómo te sentiste al ver el aprobado? ¿Qué balance haces de todo el proceso? ¿Mereció la pena?

Comienzo por la última pregunta: sí. Rotundamente, ha merecido la pena.

Al oír mi nombre en la apertura de plicas no me lo creía: tuve que pasar el vídeo una vez más para estar 100% seguro que el nombre era el mío y que no me había confundido por los nervios del momento… y aún así no paré tranquilo hasta que lo vi escrito en la relación de aprobados del Ministerio. En ese momento sentí una sensación de alivio muy profunda, una sensación de liberación de responsabilidades y de culpa (sensación ésta última que me acompañó en todo el proceso cuando no estaba estudiando). En ese momento sentí que ante mí se abría una serie de posibilidades que hasta entonces no me había permitido (o no había querido hacerlo) ni tan siquiera pensar. Una sensación de libertad muy grande, para mí y hacia mi familia, que bastante paciencia ha tenido. Y de poder retomar las cosas que dejé aparcadas cuando opté por opositar.

Pero esto no quiere decir que el proceso haya sido negativo hasta llegar a este momento, en absoluto. Con momentos de altibajos, momento de dudas, es cierto, pero también con momentos de mucha satisfacción, en lo personal y en lo intelectual. A mí me gusta estudiar, nunca he dejado de hacerlo no solo para mantenerme al día en mi trabajo sino también por mera satisfacción personal. Pero una oposición es diferente, tanto en forma como en fondo. Es una carrera de fondo, pero es también un camino de aprendizaje y autoconocimiento, de lucha personal con uno mismo, se aprende a conocerse mejor y a ver los límites, y a respetar muchas cosas. Ha sido un camino de autoaprendizaje y humildad. Sin duda alguna, quiero que mi experiencia sirva de ejemplo para mis hijos, para demostrarles que con esfuerzo y constancia se puede, que nunca se den por vencidos; si uno cae, es para levantarse de nuevo. Son palabras que adquieren un sentido pleno cuando se ha vivido este proceso, al menos en mi caso. 

 “Jamás conocí una estrella que se dejase domar fácilmente. Suelen moverse por esa delgada línea que separa los sueños de la realidad. Te tirará al suelo varias veces antes de dejarte cabalgar a sus lomos, pero cuando lo hagas, creerás estar tocando el cielo”. Esta frase es de un libro de Francisco del Pozo que leí cuando tomé la decisión de opositar y mientras investigaba y comparaba las diferentes ofertas y alternativas así como diferente formas o metodologías de estudio, pues no tenía referencia ni idea sobre esto de las oposiciones, pero me quedé con esta frase que refleja la ilusión por conseguir el objetivo y que la lucha merece la pena.

  • ¿Qué consejos darías a alguien que está pensando en empezar?

Opositar es una experiencia de vida, un camino personal, árido y solitario a veces pero con la esperanza de un objetivo luminoso al final. Merece la pena. Yo aún sigo en una nube, un sueño hecho realidad: con constancia y tenacidad se puede conseguir. 

No hay que rendirse. Hay que adaptar la situación y las circunstancias personales a la forma y tiempo de estudio, esto depende de cada cual, de conocerse y de probar una forma u otra hasta encontrar la que mejor se adapte a la situación de cada opositor/a, prueba y error, y en esto los simulacros son fundamentales, pues no solo te preparan tanto física como psicológicamente para pasar esas horas en tensión en el examen, sino que te sirven para calibrar si la forma, metodología o lo que cada cual utilice, es eficaz o no. No es cuestión de palizas, sino de organización y eficiencia y el autocompromiso de ejecutarlo con rigor, pero de forma flexible: prueba y error. En mi caso, responsabilidades familiares, un trabajo a jornada completa en donde me era imposible dedicar el tiempo que hubiera deseado… pero no hay que rendirse: se buscan alternativas y se encuentra siempre la forma más eficaz dadas las circunstancias, y adelante.

Cuando decidí opositar y elegí esta oposición, me hice una lista de “¿Por qué?”. En los momentos de duda siempre me ha venido bien echarle un vistazo y recordar el por qué elegí opositar. 

La fábula de la liebre y la tortuga, que Rubén tantas veces nos ha mostrado en las sesiones, adquiere su significado pleno en este contexto: opositar es una carrera de fondo, constancia y constancia, no rendirse, y al final se consigue. Cada paso que das, cada párrafo que avanzas, cada página que pasas, unos días más otros días menos, pero sin rendirse, nos acerca más a la meta. Si te caes te levantas, si te vuelves a caer, te vuelves a levantar, y cuando te des cuenta, habrás llegado a la meta. Se puede.

2 comentarios en «Cabalgar una estrella…»

    • Nos alegra que la experiencia de los que van a ser nuestros compañeroa Subinspectores Laborales de Seguridad y Salud os sirva. Mucho ánimo.

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