En 1978 las psicólogas clínicas Pauline Lance y Suzanne Imes acuñaron un concepto que ha envejecido muy bien si tenemos en cuenta que sigue de plena actualidad: el síndrome del impostor. Se trata de un cuadro psicológico que sufren aquellos sujetos que no interiorizan sus capacidad y conocimientos y, por tanto, se sienten un fraude, no reconocen ni creen que se merezcan sus logros y viven con el temor de ser descubiertos.
Como adelantábamos, el síndrome del impostor es muy común en nuestros días entre estudiantes y profesionales de diversos ámbitos y, por lo tanto, los opositores y, concretamente, los que se preparan las oposiciones de Subinspección Laboral de la Escala de Seguridad y Salud no iban a escapar de él.
Por la experiencia propia y la que nos brinda estar en contacto continuo con distintos tipos de personas que dan el paso de opositar al cuerpo especializado en PRL de la ITSS, creemos que hay dos momentos fundamentales en los que aflora el síndrome del impostor:
- Cuando se toma la decisión de comenzar a opositar y el abismo se abre ante nosotros.
- Antes de los exámenes, especialmente durante la preparación del tercer examen de tipo práctico.
Pero hay algo llamativo y es que podemos clasificar y adelantar algunas de las características que tienen en común las personas que sufren de este síndrome del impostor en función del momento en el que les ocurra, al igual que desde hace tiempo podemos distiguir dos grandes grupos de opositores al Cuerpo de Supinspectores Laborales de Seguridad y Salud en función de su origen y el momento en el que toman la decisión de comenzar a preparar las oposiciones.
Grupo 1: Acabo de terminar la carrera, ¿qué hago ahora?
Este grupo se ajusta más al perfil clásico de opositor que no era tan habitual encontrar en carreras de las ramas científico-técnicas por lo que en las primeras promociones de Subinspectores Laborales de Seguridad y Salud era el menos numeroso. Suelen ser buenos estudiantes que se sienten atraídos por hacer carrera en la Función Pública y que antes de lanzarse a tener otras experiencias laborales, o habiendo tenido algunas de corta duración, optan por iniciar un proceso de preparación de oposiciones que se toman como un trabajo a tiempo completo.
Si tuviéramos que hacer con ellos una especie de carta Pokemon, destacaríamos como habilidades especiales la disponibilidad ilimitada de tiempo y la facilidad para el estudio al no haber llegado a perder la costumbre. A cambio, deben sortear la ausencia de know-how y de experiencias previas que les permiten tener una imagen mental familiar de los conceptos que están estudiando y hacer transferencia de conocimiento de forma ágil.
Por lo tanto, para este grupo los primeros exámenes pasarán de forma más liviana y no sé sentirán tan retados con la memorización, la búsqueda de literalidad e, incluso, los temidos temas de Derecho. En cambio, cuando pasan el examen de pregunta corta y el de epígrafes y se ven preparando el examen de casos prácticos, les asalta la inseguridad y sufren especialmente al compararse con sus compañeros opositores de mayor edad con experiencia laboral en PRL.
No obstante, ninguna dificultad es insalvable, por lo que dentro del trabajo de apoyo emocional de un buen preparador está darles herramientas y tranquilizarles de cara al caso práctico. Con dedicación, esfuerzo, práctica y dejándose guiar, estos inconvenientes no supondrán un gran obstáculo cuando se está a las puertas de la meta.
Grupo 2: Llevo años trabajando, ¿esto es todo?
Formábamos parte de este grupo la gran mayoría de los Subinspectores Laborales de Seguridad y Salud, especialmente de las primera promociones, si bien es cierto que cada vez se equilibra más la balanza entre los dos tipos de opositores. Está constituido por personas de mayor edad que llevan años trabajando, muy probablemente en el ámbito de la Prevención de Riesgos Laborales y deciden dar un giro en su carrera y comenzar a opositar. Probablemente no se hubieran imaginado trabajando en la Función Pública cuando acabaron la carrera, pero la vida da muchas vueltas y el destino es caprichoso a veces.
Su carta Pokemon incluirá como habilidad la madurez, la experiencia y los conocimientos previos. Su mayor miedo suele ser haber perdido totalmente su capacidad de estudio, pero, cuando se comprometen de verdad, no tardan muchas semanas en engrasar de nuevo la maquinaria neuronal.
El síndrome del impostor de estos opositores llega antes de tomar la decisión de comenzar y durante los primeros días de estudio. Son aquellas personas que nos preguntan insistentemente si creemos que es posible compatibilizar la oposición con el trabajo o si serán capaces de memorizar al nivel que se les exige.
Al igual que con el grupo 1, lo que toca como preparadores con este segundo grupo es apoyar en el trabajo de planificación del estudio y orientarles bien, especialmente durante las primeras semanas. Con ellos, cobra especial importancia la realización de simulacros de examen tal como comentamos en esta otra entrada del blog.
Lo que sí afecta a los dos grupos, son dudas como cuándo empezar a opositar o cómo empezar a opositar. Por ello siempre decimos que es importante estar acompañado en este camino porque, con independencia de a cuál de los dos grupos pertenezca, cada opositor tiene una batalla a la que es mejor llegar bien armado 😉